Imagine cómo sería la iglesia si fuéramos capaces de dejar a un lado nuestras diferencias políticas y teológicas y, en su lugar, desarrolláramos un idioma común basado en nuestra identidad compartida en Cristo.
En una carrera anterior, pasé varios años como ejecutivo de mercadotecnia y ayudé a crear las estrategias de mensajes sobre varios productos y servicios. El objetivo era crear asociaciones específicas con un producto en base a las palabras usadas.
Todos conocemos el poder de la publicidad para influenciarnos. Palabras como "Google" ya no se refieren sólo al nombre de una empresa y se usan como sustantivos o verbos en nuestra conversación habitual (por ejemplo, "Googlear" significa buscar información en línea). Kleenex, Xerox, y Curitas son otras marcas registradas que a menudo utilizamos genéricamente. La repetición consistente de estas palabras ha ayudado a asegurar que las marcas adquieran un significado mayor a ellas mismas en nuestra conciencia humana.
Ese mismo poder detrás de palabras selectas está actuando en nuestras vidas y ministerios actualmente. Lamento el hecho de que palabras tales como "prójimo", "justicia" y "racismo" ya no cuentan con significados comunes que todos podemos acoger. En cambio, sus significados cambian dependiendo del contexto y la frecuencia con la que se usan en nuestras propias comunidades y conversaciones.
A medida que entramos más y más a las cámaras de eco - hábitos mediáticos y comunidades virtuales que comparten nuestros puntos de vista políticos, teológicos y sociológicos - esta diferenciación aumenta. Cada comunidad específica habla su propio idioma, y nuestra capacidad para escuchar a otros que son diferentes a nosotros se vuelve cada vez más difícil.
Esto tiene un efecto enorme en la iglesia también. Sólo hay que fijarse en los comentarios de The Network (crcna.org/Network) para verlo en acción. A veces parece que estuviéramos hablando haciendo caso omiso el uno del otro, sin que nadie realmente escuche o entienda lo que alguien más está intentando decir.
Anhelo el día en que toda nuestra comunidad cristiana, y de hecho nuestras naciones, puedan acoger un significado común para palabras claves. ¿Qué tal si cada vez que escucháramos la palabra "amor" la asociáramos inmediatamente con el amor de Cristo por nosotros como se explica en Juan 3:16? ¿Y si cada vez que escucháramos la palabra "justicia" la asociáramos inmediatamente con el deseo de Dios por justicia en las naciones, como Dios afirma en Amós 5:24 y Miqueas 6:8? ¿Qué tal si cada vez que escucháramos la palabra "paz" pensáramos inmediatamente en el shalom que proviene de acoger plenamente la obra del Espíritu Santo en las comunidades mundialmente como se describe en Romanos 15:13?
Imagine cómo sería la iglesia si fuéramos capaces de dejar a un lado nuestras diferencias políticas y teológicas y, en su lugar, desarrolláramos un idioma común basado en nuestra identidad compartida en Cristo. Si bien es posible que tuviéramos que dedicar más tiempo, escuchar más atentamente y dejar de lado nuestras suposiciones, creo que la obra del reino de Dios avanzaría como resultado.
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Colin P. Watson Sr. is the executive director of the CRCNA. He is a member of Madison Square Christian Reformed Church in Grand Rapids, Mich.