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Puede que no entienda por qué Dios permite crisis y turbulencia, pero confío en la promesa de que "sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman."

Hay dos narrativas opuestas sobre el Sínodo 2024. Según una de ellas, se trata de la culminación de un avivamiento de Dios; la Iglesia Cristiana Reformada optó por mantenerse firme en la verdad bíblica, incluso cuando fue doloroso—pero necesario y tardío—disciplinar a los oficiales e iglesias que han errado.Por otro lado, por parte de los extremistas de la denominación, esto fue visto como una purga de todos aquellos que no están de acuerdo doctrinalmente; una denominación que solía estar más abierta a la curiosidad intelectual y a la exploración se ha convertido en punitiva y vigilante de los pensamientos de la gente. Como sucede a menudo, la realidad es probablemente más compleja de lo que sugieren cualquiera de estas narrativas. Como nos recuerdan los Cánones de Dort, "incluso las mejores obras del pueblo de Dios tienen defectos" (quinto punto, art. 2).

Confío en que la mayoría, si no todos, los cristianos de ambos lados de esta división están luchando y actuando por un deseo genuino de seguir fielmente a Cristo de la mejor manera que saben. Sería severo atribuir malas intenciones a cualquiera de las partes y no prestar atención a la petición del presidente del Sínodo, Buikema, de ser amables. "Porque nuestra lucha no es contra seres humanos", no contra nuestros hermanos y hermanas en Cristo, "sino contra potestades que dominan este mundo de tinieblas" (Ef. 6:12). Si cedemos a nuestras oscuras inclinaciones, perderemos la lucha. 

Sin embargo, creo que el resultado de las decisiones acumulativas del sínodo, con o sin intención, será la desafiliación, voluntaria o no, de un número considerable de iglesias. Muchos miembros también abandonarán la denominación, causando dolor y divisiones dentro de las iglesias, las familias y los círculos de amigos. ¿Cuántos? ¿Qué tan pronto? No estoy seguro. Por lo tanto, este será un tiempo de agitación e incertidumbre, tal vez incluso de crisis, para la Iglesia Cristiana Reformada de Norteamérica.

Creo que Dios es soberano y está en control. Puede que no entienda por qué Dios permite crisis y turbulencia, pero confío en la promesa de que "sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito." (Rom. 8:28). Y esa promesa no está condicionada por la calidad de nuestro amor. Todos amamos a Dios imperfectamente. Todos luchamos con el pecado en nuestras vidas. Ninguna de nuestras teologías es perfecta. Pero nada de eso nos descalifica de la promesa de que Dios obra, en todas las cosas, por nuestro bien, nosotros que le amamos imperfectamente y le conocemos imperfectamente.

"Dios con nosotros" es el tema del Sínodo de este año. Incluso en tiempos de crisis y turbulencia, Dios sigue estando con nosotros. Puede que Dios no evite la crisis, pero Dios estará con nosotros en y a través de la crisis. Sea cual sea el bando en el que se encuentre—tradicional, afirmativo o "no estoy seguro"—Dios sigue estando con usted en cualquier estado emocional, espiritual o intelectual en el que se encuentre actualmente.

Puede que algunos se alegren y otros se llenen de lágrimas. Otros estarán inseguros e indecisos. Incluso puede que algunos se enojen. Seamos amables y considerados los unos con los otros. No echemos sal en las heridas. Evitemos juzgar el carácter de los demás. Recordemos que cada uno de nosotros debe responder ante Dios, que conoce nuestros corazones y nuestras mentes.

Sobre todo, a través de las incertidumbres colectivas e individuales que se avecinan, sea quien sea, afronte lo que afronte, aférrese a esta verdad: Dios le ama. "Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor." (Rom. 8, 38-39).

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