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Mi comprensión del término "evangélico" ha cambiado con el tiempo. Cuando viví en Malasia siendo cristiano, mi pastor era de firme creencia calvinista. Todo lo que oliera a arminianismo, el sistema teológico opuesto al calvinismo, era de  sospecharse. Me inculcó la idea de que el símbolo americano del evangelicalismo, Billy Graham, era arminiano. Por ello, no confiaba en el evangelicalismo en mi juventud.

Esta desconfianza hacia el evangelicalismo me siguió acompañando cuando fui a Canadá como estudiante internacional, y es en parte la razón por la cual finalmente me incliné hacia la Iglesia Cristiana Reformada con sus creencias vinculadas a los Cánones de Dort. En aquel tiempo, no percibía a la ICR como una denominación evangélica.

En este ejemplar de The Banner, el pastor jubilado Cameron Fraser hace la pregunta: "¿Somos evangélicos?". (p. xx). Fraser concluye que "el ser reformado bíblicamente de hecho es ser históricamente evangélico". Fraser describe cómo es el evangelicalismo histórico (tal como lo definen teológicamente los historiadores de la Iglesia). Creo que en parte tiene razón. Pero, a través de los años, el término "evangélico" en América del Norte, especialmente en los Estados Unidos, ha adquirido un significado que va más allá de sus raíces históricas.

Considere que la Convención Bautista del Sur, la iglesia evangélica más ampliamente conocida, con miembros prominentes como Franklin Graham y Robert Jeffress, nunca fue y aun no es miembro de la Asociación Nacional de Evangélicos (NAE). La ICR es miembro de esta organización estadounidense y de la Asociación Evangélica de Canadá. Pero, ¿qué denominación es la que primero viene a la mente cuando la gente dice "evangélico"?

Aquello que los medios de comunicación y la cultura popular identifican actualmente como "evangélico" no suele ser el evangelicalismo histórico definido por sus creencias. Se ha convertido más bien como en una marca religiosa sociopolítica y cultural. Llamemos a esto "evangelicalismo cultural " para diferenciarlo del evangelicalismo histórico. (Es más complicado de lo que permiten estas dos definiciones, pero esto puede ayudarnos a entender las cosas).

El evangelicalismo cultural parece haberse apropiado gradualmente del término "evangélico" dentro de la imaginación popular, especialmente en Estados Unidos, quitándoselo al evangelicalismo histórico, tanto así que en el 2018 la NAE sintió la necesidad de emitir una declaración reafirmando que el evangelicalismo se define por sus creencias y no está ligado a varios "subgrupos identificados por el lugar en el que vivimos (o) cómo votamos."

Esto podría explicar la relación ambigua de la ICR con el término "evangélico". Aunque nuestra teología Reformada nos arraiga en las creencias del evangelicalismo histórico, como lo señala Fraser, algunos miembros de la ICR rechazan al evangelicalismo cultural y, por consecuencia, el término de evangélico. Pero muchas personas de la ICR son "funcionalmente evangélicas", como lo señala la historiadora de la Universidad Calvin y autora de “Jesus and John Wayne”, Kristin Kobes DuMez, en la edición de enero de The Banner. Y muchos otros se sitúan en algún punto entre estos dos polos.

Ya sea que nos identifiquemos o no con el término "evangélico", lo más importante es que seamos conscientes de las influencias teológicas y culturales que nos moldean a nosotros y a nuestras tradiciones de fe. Dado que nuestra tradición cristiana Reformada está conectada con el evangelicalismo, necesitamos mirarnos al espejo con honestidad para discernir las fortalezas y debilidades del evangelicalismo histórico y cultural y ver cuánto nos han influenciado, para bien o para mal. Luego podemos darle seguimiento a esto con una pregunta quizás más importante: ¿hemos sido más fieles a Cristo o a las tradiciones y marcas?

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