Haciendo el Ministerio Juntos

Si quieres ir rápidamente, anda solo. Si quieres ir lejos, vayan juntos.

No recuerdo la primera vez que escuché este proverbio africano, pero a menudo necesito recordarlo. Este proverbio también está apoyado por la Escritura. 1 Corintios 12 nos hace recordar que “el ojo no puede decirle a la mano, ‘¡no te necesito!’. Ni la cabeza   puede decirles a los pies, ‘¡no los necesito!’”.

En los versículos anteriores se nos da una lección importante.

Hay diversos dones, pero el mismo Espíritu los distribuye. Hay diversas maneras de servir, pero un mismo Señor. Hay diversas funciones, pero en todas ellas y en cada persona es un mismo Dios obrando. Ahora, a cada uno se le da una manifestación especial del Espíritu para el bien común.

Yo lucho para seguir estas palabras de sabiduría. Tal vez es a causa de mi ADN o mi cultura norteamericana, pero, confiado en mis propios recursos, muchas veces preferiría ir rápidamente y hacerlo yo mismo. Y no estoy solo.

El trabajar juntos generalmente no es la primera opción para muchos de nosotros—aun en la iglesia. Miren el incremento de iglesias independientes, no denominacional. En lugar de verse obstaculizada por ser parte de un grupo más grande, una iglesia independiente es libre de avanzar rápidamente, sin detenerse para considerar si necesita otras manos o pies.

Recuerde las reuniones congregacionales a las que usted ha asistido donde discusiones difíciles resultan en prioridades locales que reciben aumentos financieros, mientras que los fondos para los compromisos denominacionales disminuyen.

Estos ejemplos pueden descansar sobre justificaciones aparentemente válidas. ¿Por qué querríamos esperar una reunión del presbiterio o una decisión sinódica cuando podemos ahora mismo dar paso a una oportunidad delante de nosotros? ¿Por qué contribuir a un esfuerzo ministerial más amplio cuando las necesidades en nuestra propia comunidad son tan convincentes?

Mi propósito no es criticar estas decisiones. No quiero culpar a ninguna congregación por aumentar su compromiso financiero con la denominación, ni quiero sugerir que no hay una urgencia para compartir el mensaje del evangelio—ya sea cerca o lejos. Más bien, mi propósito es hacer recordar a todos la importancia de la vida en el cuerpo.

¿Tengo alguna evidencia de que a veces olvidamos?

Prueba A. En los 500 años desde la Reforma, la iglesia protestante se ha dividido, dividido, y dividido. Hoy en día hay por lo menos 140 denominaciones alrededor del mundo que reclaman una identidad Reformada o Presbiteriana.

Prueba B. A veces las congregaciones que experimentan grandes bendiciones en membresía y recursos dan pasos pequeños o uno gigante para alejarse de los compromisos denominacionales. Probablemente usted pueda mencionar una situación en su comunidad.

Algunos atribuyen esta tendencia a la creciente generación de los millennials, que quieren estar desligados de la política y la religión organizada, y que desconfían de las instituciones. Pero en cada generación podemos identificar ocasiones y situaciones donde el deseo de ir solo—para no trabajar juntos—está presente.

El desafío para nosotros hoy es ser el cuerpo de Cristo en nuestros contextos actuales.

Algunos de nosotros somos miembros de grupos de Facebook donde el crecimiento en Cristo y su cuerpo son las metas. Otros están encontrando lugares para ser el cuerpo de Cristo en lugares inesperados—aceras de la ciudad, cervecerías locales, o grupos de motociclistas.

Mi desafío para la Iglesia Cristiana Reformada es que avancemos juntos a fin de ser fieles al llamado de Dios a nosotros como cuerpo de Cristo. Admito que avanzar juntos deliberadamente puede requerir recordatorios para acelerar, simplificar estructuras y crear una cultura ágil. Seamos honestos: También necesitamos pistas para mantenernos unidos.En realidad, Dios colocó cada miembro del cuerpo como mejor le pareció. . . .