En Norteamérica tenemos soluciones automatizadas para trabajos que requieren mano de obra intensa. Una mezcladora de cemento con un par de operarios, por ejemplo, puede verter rápidamente una enorme losa de concreto. En cambio, gran parte del mundo trabaja según el “principio de la hormiga”. Hay un proverbio haitiano Men anpil, chay pa lou (Muchas manos aligeran el trabajo). En Haití he sido testigo de cómo un equipo de 100 personas vertía cemento para todo un edificio en un solo día con palas y baldes.
Una razón fundamental para la existencia de una denominación (o una comunidad de iglesias) como la Iglesia Cristiana Reformada de Norteamérica es “vivir un llamado colectivo” (Artículo 39 de la Forma de Gobierno). Juntas, nuestras iglesias pueden proporcionar más recursos para un ministerio próspero y pueden difundir el evangelio más lejos de lo que podríamos hacerlo por nuestra cuenta.
Nuestros antepasados de la ICR establecieron agencias e instituciones educativas porque reconocieron que ninguna congregación (o clasis) puede proporcionar todos los recursos que nuestras iglesias necesitan para prosperar. Hoy tenemos cuatro agencias denominacionales (ReFrame Ministries, Resonate Global Mission, Thrive y World Renew), dos instituciones educativas (Calvin Theological Seminary y Calvin University) y tres ministerios de justicia exclusivamente canadienses (Centre for Public Dialogue, Indigenous Ministries e Intercultural Ministry). Estas organizaciones ayudan a las congregaciones de la ICRNA en su labor de educar a los jóvenes, formar líderes, enviar misioneros, plantar iglesias, discipular a creyentes a través de distintos medios de comunicación, apoyar a las congregaciones y prestar ayuda y desarrollo comunitario en todo el mundo. Trabajando juntos, las “hormigas” cristianas reformadas logramos mucho.
Vivir un llamado colectivo también significa alinear nuestros recursos para llegar más lejos juntos. Colectivamente, las iglesias y los miembros de ICRNA crearon el plan ministerial OurJourney (Nuestra Travesía) con cuatro hitos en los que deseamos trabajar: cultivar prácticas de oración y prácticas espirituales, escuchar las voces de cada generación, crecer en unidad en la diversidad y compartir el evangelio. (Para más información, visite crcna.org/OurJourney). Estas cuatro áreas prioritarias fueron discernidas a través de un amplio proceso de escucha con líderes y miembros de las iglesias de toda nuestra denominación. Los miembros del personal de la ICRNA apoyan el plan de ministerio al continuar escuchando, consultando, acompañando y creando recursos para que las congregaciones de la ICRNA vivan su llamado colectivo. Caminando juntas, las hormigas pueden llegar más lejos.
Los órganos regionales de la ICRNA (clasis) ayudan a las iglesias miembros a vivir su llamado colectivo mediante la provisión de recursos y el acompañamiento. Los clasis apoyan el trabajo regional, como el ministerio universitario, la plantación de iglesias, la misión comunitaria, el desarrollo de liderazgo y la salud de la iglesia y del pastor. Nuestras clasis también tienen planes de ministerio que ayudan a sus iglesias a hacer más juntos.
Vivir un llamado colectivo puede ser complejo. Las iglesias ejercen su ministerio en contextos muy diferentes. Hay congregaciones de la ICRNA desde los grandes edificios de Manhattan hasta las bastas llanuras de Great Plains. Somos una denominación binacional, con iglesias en Canadá y Estados Unidos (y algunas en Venezuela). Entre los idiomas que se hablan en nuestra denominación figuran el coreano, el español, el navajo, el vietnamita, el mandarín, el jemer, el tagalo y muchos otros. Manteniendo nuestras convicciones comunes, dejamos espacio para que nuestras iglesias ejerzan su ministerio en sus contextos: canadiense o estadounidense, indígena o inmigrante, urbano o rural.
Por último, vivir un llamado colectivo puede ser difícil. A veces, a través de conversaciones, descubrimos que nuestras convicciones no están tan alineadas como esperábamos. A veces nos dirigimos los unos a los otros de formas que entristecen a nuestro Padre. Somos personas pecadoras que vivimos en culturas pecadoras, y nos empapamos de medios de comunicación que pueden dividirnos y fomentar la desconfianza. Nuestro gran enemigo y acusador ha estado ocupado fracturando y separando nuestras iglesias. Es mucho más fácil derribar que edificar.
Sin embargo, las Escrituras muestran que podemos vivir un llamado colectivo. Eclesiastés 4:9-12 es un gran ejemplo. Explica el principio de la hormiga: “Mejor son dos que uno, porque obtienen más fruto de su esfuerzo. ... Si dos se acuestan juntos, entrarán en calor. ... La cuerda de tres hilos no se rompe fácilmente.” En Hechos también vemos a la iglesia primitiva vivir su llamado colectivo enviando misioneros y atendiendo a los necesitados (Hch 4:32-37; 6:1-7; 11:27-30; 13:1-3).
Vivir un llamado colectivo nunca ha sido fácil, y parece ser cada vez más difícil. Pero vivir nuestro llamado colectivo sigue siendo una manera de fortalecer nuestras iglesias y llegar más lejos en el ministerio. No se trata sólo de aprender de la sabiduría de la hormiga (Prov. 30:25). Se trata de obediencia. “Esfuércense por mantener la unidad del Espíritu mediante el vínculo de la paz. Hay un solo cuerpo y un solo Espíritu, así como también fueron llamados a una sola esperanza; un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo; un solo Dios y Padre de todos, que está sobre todos y por medio de todos y en todos” (Ef. 4:3-6). Que Dios nos capacite para vivir nuestro llamado colectivo.
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Rev. Zachary King is the general secretary of the CRCNA. He is a member of Cascade Fellowship Christian Reformed Church in Grand Rapids, Mich.