Skip to main content

Estamos orgullosos de destacar y felicitar a los ganadores de nuestro Concurso de Escritura para Jóvenes Adultos en esta edición (pp. 32-34). Desafortunadamente, debido al espacio, sólo podemos publicar los dos primeros ganadores, pero las tres entradas ganadoras están publicadas por internet. Recibimos 25 entradas por escritores entre las edades de 16-25 años sobre el tema "Amor Cristiano en Tiempos de División". Fue conmovedor leer cómo los jóvenes se preocupan y piensan seriamente sobre la división actual dentro y fuera de la iglesia.

El tribalismo ideológico parece haberse apoderado de nuestro mundo. Las tribus en sí mismas son necesarias y buenas. Pero se convierte en un "-ismo" cuando le damos a nuestras tribus más lealtad e importancia en nuestras vidas de la que deberíamos. En nuestro paisaje cultural norteamericano, nuestro tribalismo está marcado principalmente por la furia, el resentimiento y la venganza (tomando prestada una frase de la autora Karen Armstrong). Las así llamadas tribus progresistas y conservadoras por igual se indignan rápidamente por injusticias. Sólo se enojan por cosas diferentes. Ambas albergan un resentimiento latente ante percepciones de desprecios y maltratos. Y pareciera que a ambas, les encantaría castigar a la otra por varios medios.

Últimamente, uno de esos medios de venganza o castigo parece ser el fenómeno de la "cultura de la cancelación". La cultura de la cancelación se refiere a la práctica de retirar el apoyo a figuras públicas y/o empresas que han hecho mal. A menudo se extiende al boicot total de cualquier producto o trabajo de dichas figuras o empresas, así como a la humillación pública en redes sociales.

Para que quede claro, la cultura de la cancelación no es sólo el ámbito de los progresistas de izquierda, aunque el término se asocia actualmente con ellos. Una forma de cultura de la cancelación ha existido durante años, incluso antes de que el término existiera. Algunos cristianos, por ejemplo, han cancelado o boicoteado a figuras públicas cristianas por no tener la teología correcta o por no hacer o decir las cosas correctas. ¿Recuerdan la protesta de los cristianos contra Amy Grant cuando la popular artista cristiana se divorció? ¿O, más recientemente, los pastores bautistas del sur que amenazaron con boicotear su propia conferencia porque los organizadores incluyeron a una mujer pastora como oradora? Es decir, la postura de furia, resentimiento y venganza atraviesa varias tribus y ha existido por mucho tiempo.

En este clima cultural, el mandato de Jesús de amar al prójimo como a uno mismo sigue siendo tan radicalmente desafiante y difícil de seguir como siempre. Al responder a la pregunta "¿Quién es mi prójimo?" con la parábola del buen (pero odiado) samaritano (Lucas 10:25-37), Jesús enseñó esencialmente que nuestros enemigos tribales también son nuestros prójimos. Por lo tanto, estamos llamados a amar no sólo a los que piensan o actúan como nosotros, sino también a aquellos con los que no estamos de acuerdo e incluso hacia  quienes podríamos sentir hostilidad.

Es desafiante para mí. ¿Soy llamado a amar como a mí mismo a un racista? ¿Soy llamado a mostrar amor hacia aquellos que podrían atacar, incluso con malicia, mis ideas, creencias, o incluso mi carácter? Esto es muy difícil. Pero amar a nuestros enemigos no significa que aceptamos todo lo que dicen o hacen.

El difunto Lewis Smedes sabiamente trazó esta distinción: "El amor es el poder para sufrir el mal durante mucho tiempo, pero no nos conduce a aceptar el mal que sufrimos" (Love Within Limits, p. 7). El amor nos llama a aceptar a personas injustas en amor, pero no nos llama a aceptar la injusticia infligida por personas injustas. Por eso el profeta Miqueas nos llama no sólo a "amar la bondad" sino, al mismo tiempo, a "hacer justicia" (Miqueas 6:8). En nuestro discipulado cristiano, lucharemos con esta tensión.

We Are Counting on You

The Banner is more than a magazine; it’s a ministry that impacts lives and connects us all. Your gift helps provide this important denominational gathering space for every person and family in the CRC.

Give Now

X