Es evidente en las profecías de Ezequiel que su mayor preocupación no era su propia circunstancia.
En nuestro mundo dividido e iglesia dividida, necesitamos de medios que derriben las divisiones, no que las refuercen.
Me cautiva y me confunde a la vez la parábola de Jesús sobre la semilla de mostaza.
Para el autor y pastor Tim Keller, tanto el hermano menor como el mayor en la parábola de Jesús están perdidos, pero de distinta manera.
Al igual que nuestros jardines y plantas de interior, la iglesia también es vibrante y frágil.
A menudo pensamos que nuestros jinetes, nuestro razonamiento consciente, están al control, pero en realidad son nuestros elefantes, nuestras intuiciones subconscientes, quienes gobiernan.
Este llamado no consiste en culpar a nadie, sino en reconocer nuestra responsabilidad compartida de sanar y restaurar.
Amo profundamente la doctrina reformada de la gracia de Dios.
Puede que no entienda por qué Dios permite crisis y trastornos, pero confío en la promesa de que “sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman”.
Los fariseos se quejaban de que Jesús comía con “recaudadores de impuestos y pecadores”
Algunos de los momentos más difíciles de mi infancia llegaron en la escuela secundaria, cuando tuve que pasar varios meses lejos de casa en un hospital pediátrico de Chicago.
Varias veces me desconcertó el repentino cambio de humor de la multitud en Lucas 4:16-30.
Conté con varios mentores que me ayudaron a desarrollar confianza en lo que Dios estaba haciendo en mí.
Mi tiempo como ministro universitario me enseñó que una de las mejores herramientas que tenemos para tratar las dudas espirituales de la gente es la paciencia.
A través de los ojos de los inmigrantes y de las personas de diversos orígenes étnicos, Dios nos brinda un espejo y un lente para vernos como realmente somos.
Como denominación, nos hemos comprometido a "escuchar las voces de cada generación, moldeándonos juntos para el ministerio".
Sospecho que no se puede amar a Dios adecuadamente sin amar al prójimo, ni amar al prójimo adecuadamente sin amar a Dios.
Si Jesús caminara hoy entre nosotros, sé que tendría una banca, o al menos un lugar de retiro.
Las Escrituras nos instan a decir la verdad con amor (Ef. 4:15). Creo que esto significa decir la verdad no sólo con buena intención, sino también de forma cariñosa, amable y gentil.
La doctrina reformada sobre la claridad de las Escrituras enseña que lo que se necesita para la salvación está claro en las Escrituras. No enseña que todo en la Escritura es claro y fácil de entender.
La gratitud es la postura principal y predeterminada al servir en el reino de Dios. Pero eso no significa que será fácil.
Jesús no sólo nos trajo la paz con Dios, sino que nos dio la paz de Dios en nuestros corazones.
El Adviento nos enseña que la plenitud de los tiempos es algo bastante bueno.
Este es sólo un ejemplo de cómo cristianos bienintencionados, todos con razones válidas y respetando la autoridad de las Escrituras, pueden, de buena fe, tener diferentes interpretaciones de un mismo pasaje.